Productos suaves que brinden alivio y funcionen en equilibrio con el pH natural de tu piel.

Un limpiador suave puede ayudar a mantener fresca la piel sensible y limpia al final del día. El agua micelar es desmaquillante, puede ayudarte a remover la suciedad, sin dejar la piel seca.
Usá un disco de algodón embebido en desmaquillante para ojos, mantenelo sobre el ojo un poco más para darle tiempo a disolver ese maquillaje rebelde.

El sol no necesita brillar para que la piel sufra los efectos dañinos de sus rayos UV-A y UV-B. Lo días nublados también pueden dañar la piel. Mantené protegida tu piel todo el año incluyendo el uso de un protector solar en tu rutina de cuidado de la piel.

El exceso de calor puede desestabilizar a la piel sensible, así que recurrí al agua templada para lavarte la cara y evitá las duchas muy calientes. Si sentís que tu piel necesita refrescarse, meté una toalla para manos empapada en el congelador para usarla como compresa fría sobre la piel irritada.

Limpiá con frecuencia, al comenzar y al terminar cada día, para remover suciedad e impurezas.

Hacé que tu piel se sienta relajada y limpia manteniendo altos niveles de hidratación. Tomar mucha agua te mantendrá hidratada.

Poné dos cucharitas de té en la heladera, luego sostené la parte trasera de las cucharas frías sobre los ojos. El frío ayuda a deshinchar y es un despertador para ojos cansados.

La cafeína ayuda a aumentar el volumen y a que la piel despierte, porque con sus propiedades antinflamatorias puede ayudar a mejorar la apariencia de la piel.

Cada una de nosotras se desprende de millones de células de piel por día. Si dejás células muertas de la piel sobre su superficie éstas se pueden acumular y hacer que la piel se vea deslucida, pálida y apagada.
Exfolia la piel durante unos minutos. Retirar suavemente con un paño para el rostro y devolverle a la piel su brillo.

Automasaje facial.
La belleza de este truco es que podés hacerlo en cualquier momento de tu rutina para mejorar la aptitud del producto.
¡Solo tenés que tomar tu limpiador habitual, exfoliante, suero o crema facial y manos a la obra! El masaje es conocido por estimular el flujo sanguíneo, reducir la hinchazón y restaurar ese brillo rosado. Trabajá con la punta de los dedos haciendo pequeños movimientos circulares por la zona T, la sien y el cuello.